miércoles, 22 de enero de 2014

Y antes de la Emolectura... habitaron las palabras.

     Es posible que pensemos que somos aquello que hemos decidido libremente, pero la cultura en la que nacemos, la lengua materna con la que pensamos y hasta los gustos de nuestros progenitores, trazan unas invisibles líneas rojas que nos van abriendo y cerrando caminos. Da igual que te digan que has nacido para la Física o las Matemáticas, si desde niña has visto a tu madre coger el diccionario y decir que no hay libro más útil ni interesante. La magia del amor por las cosas se transmite más allá de todo aquello que estudiemos con ahínco y atención. Los momentos compartidos  haciendo o deshaciendo, las palabras escuchadas y aprendidas nos dicen quiénes somos en verdad. 

     Por ello, antes, mucho antes de la Emolectura, antes de intentar comprender cómo aprendemos y por qué recordamos, quise desenmarañar el misterio de las palabras: qué son y por qué el diccionario no recoge la acepción que las define, en muchas ocasiones; por qué las palabras de mi niñez son las que menos aparecían, pero, sobre todo por qué vemos gran parte del mundo en palabras.


     Las palabras nos informan, nos aclaran, nos convencen,  nos cuestionan, nos abruman, nos aturden, nos hunden, nos humillan, nos indignan,  nos enorgullecen, nos honran, nos ensalzan, nos arman de valor..., nos autorizan,  nos atormentan, nos enamoran, nos conmueven,  nos apasionan, en definitiva, nos emocionan...; no en vano, "palabra" proviene: 


     Del lat. parabŏla 'comparación', en lat. tardío 'proverbio', 'parábola', y este del gr. παραβολή parabolḗ. 

http://dle.rae.es/?w=palabra&o=h

     Las palabras no son sino trasuntos de nuestros estados de ánimo, de nuestros pensamientos. Es posible saber quiénes somos por nuestras palabras, de ahí, que exista el lenguaje periodístico, el político, el jurídico y ese que parece no tener nombre: el de cada uno de nosotros, el que nos identifica, el que dice qué pensamos y qué queremos.

     Las palabras llevan al poder desde el sonido, desde el convencimiento, desde la argumentación, desde la emoción... pero, luego, se las lleva el viento, de ahí, que hay personas "de palabra" y personas sin palabra, las que las usan "a secas" y las que las llevan "preñadas".

     Pero, por encima de todo, las palabras son sendas que llevan a las ideas, las palabras son metáforas, redes de conexión con todo lo que nos rodea. Por ello, dedicaré este blog a contar historias de palabras y diccionarios, su magia, su pasado, su presente y su poder. No se puede ser profesor sin ser general de palabras, porque ellas nos conectan con el mundo y las personas y abren los caminos a gran parte, sino a todo, de lo que aprendemos.